Una «super nueva estrella» ha sido protagonista este verano. Se descubrió a finales de mayo y ha sido objeto de atención en todo el mundo astronómico, tanto profesional como amateur, durante estos pasados meses y aún lo seguirá siendo algunos más.
Es la supernova SN2023ixf, descubierta por el japonés Itagaki, un experto mundial en la materia, en la noche del 19 al 20 de Mayo en la famosa y cercana galaxia M101 de la constelación de la Osa Mayor. Al parecer la estrella progenitora era una supergigante roja de magnitud 24,5. El aumento de luminosidad en este tipo de acontecimiento es brutal. En pocos días alcanzó magnitud 11, su máximo brillo, e inició semanas después una lenta bajada que se acentuó a finales de Julio. Si hubiese ocurrido en la Vía Láctea (la ultima en nuestra galaxia fue en 1604) habría sido visible a simple vista incluso de día. Ahora mismo esta en torno a la magnitud 14.5, al limite visual ya de los telescopios amateur pero relativamente fácil todavía para sacarla en fotografía.
Gracias a su curva de luz y espectros tomados durante todo este tiempo se sabe que es una supernova de tipo II generada por la implosión de una estrella gigante al final de su vida cuando agotó el combustible. Ha sido una de las más cercanas y brillantes de los últimos años y gracias a su posición circumpolar se ha podido seguir con comodidad desde el hemisferio norte durante todo el verano.
Nuestro compañero Joaquín Maciá tuvo la gran idea de fotografiar esta galaxia con su telescopio y cámara unos meses antes de que apareciera la supernova y la oportunidad de hacerlo después también para poder apreciar el antes y el después de este tremendo cataclismo astronómico: la muerte de una estrella.
Os dejamos con sus fotos, un lujo.